lunes, 6 de enero de 2020

Maduro, hambre y miseria: la peor década en la historia de Venezuela

El éxodo marcó esta década para Venezuela. Foto: Vincent Tremeau/Acnur

Una cifra resume el periodo comprendido entre 2010 y 2019 para Venezuela: 4,6 millones. De acuerdo con las últimas estimaciones de Naciones Unidas, ese es el número de venezolanos que ha huído del país en medio de la peor crisis política y económica jamás sufrida por la que fuera una de las naciones más ricas del planeta en el siglo pasado.

Estadística de carne y hueso que representa cerca de 16% de la población total y marca una década donde se han registrado picos históricos de hiperinflación, devaluación de la moneda, escasez de alimentos y medicinas, homicidios, colapso de los servicios públicos y destrucción del aparato productivo.

“Si se considera que Venezuela era la sociedad más sedentaria del continente desde el siglo XIX, estamos ante un testimonio aterrador. En especial si recordamos que no han ocurrido catástrofes naturales en el territorio, ni guerras civiles”, advierte el profesor Elías Pino Iturrieta, individuo de número de la Academia Nacional de la Historia.

El Instituto Brookings, centro de pensamiento radicado en Washington, indicó que el éxodo que sacude al país sudamericano solo es comparable con el enfrentado por Siria. “La crisis de refugiados venezolanos es una de las más grandes en la historia moderna, y si las tendencias actuales continúan, podría haber hasta 6,5 millones de venezolanos viviendo fuera del país para 2020 (según las estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados)”, recoge el informe publicado por los investigadores Dany Bahar y Meagan Dooley.

Pino Iturrieta subraya que “los que quieran levantar el telón de la diáspora, para comprenderla cabalmente, deben saber como ocurrió en el período el desmantelamiento de la República, es decir, una guerra triunfal del régimen chavista contra el entendimiento de la cohabitación que se había establecido en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX”.

Bomba atómica

Suele decirse que Venezuela entró tarde al siglo XX, tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1935. Quizás hoy puede afirmarse que esta década comenzó oficialmente a las 4:25 de la tarde del martes 5 de marzo de 2013. Ese día se anunció la muerte del comandante Hugo Chávez, hecho que partió en dos la historia contemporánea de Venezuela.

La revolución chavista tomó el poder, gracias al voto popular, en febrero de 1999 y su fundador expiró cuando se disponía a asumir un tercer mandato en el palacio de Miraflores con miras a completar 20 años en el poder de forma ininterrumpida. 

En su último mensaje a la nación, Chávez nombró como sucesor a su vicepresidente Maduro, quien fue declarado ganador de las elecciones del 14 de abril de 2013 con una ventaja de apenas 223.599 votos (1,49%) sobre el opositor Henrique Capriles Radonski, quien denunció una serie de irregularidades en el proceso. Pese a las críticas y reclamos, el chavismo se aferró a la silla presidencial abriendo de par en par la caja de los truenos en este decenio.

Maduro, el hombre que hizo estallar la bomba. Foto: AP/Matías Delacroix

“Se puede decir que Chávez construyó la bomba de la catástrofe y Maduro la hizo explotar”, detalla el politólogo Luis Salamanca. “Chávez puso en práctica políticas propias de las primeras décadas del siglo XX, muy usadas por los gobiernos comunistas (expropiaciones, confiscaciones, controles de precios, en fin, una economía de comando) agregándole un clientelismo masivo y su proverbial militarismo, armando así la receta con la cual destruiría prácticamente todo lo que los venezolanos habíamos construido”, acota el analista.


Maduro se presenta como “el hijo de Chávez” y protector de su legado. Partiendo de esa premisa, Salamanca observa que lo ocurrido en esta década es la continuación y profundización de un modelo que persigue “la conquista del poder total en Venezuela”. “La primera década fue de conquista y control del poder por vía democrática, la segunda ha sido de utilización de ese poder para retenerlo por vía no democrática”, apunta el experto.

Golpe a golpe

El índice de la democracia del semanario inglés The Economist identificaba a Venezuela en 2010 como un régimen “híbrido” con una valoración de 5,18 sobre 10. Ocho años después, descendió al nivel de régimen autoritario con 3,16 puntos. La pésima evaluación no sorprende si se toma en cuenta que actualmente los principales partidos de la oposición están ilegalizados, con sus líderes inhabilitados, presos o en el exilio, y que entre 2013 y 2018 cerraron 115 medios de comunicación, según el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

Maduro ha aplastado a sangre y fuego las protestas en su contra. En 2014, unas 43 personas murieron en el marco de manifestaciones que demandaban su salida del poder. Un año después, la oposición arrasó en las elecciones parlamentarias alcanzando los 2/3 de la Cámara, pero de inmediato el líder chavista utilizó el Tribunal Supremo de Justicia para neutralizar al Poder Legislativo. En 2017 sus detractores se echaron a las calles para defender al Parlamento y el régimen instaló una “plenipotenciaria” Asamblea Constituyente y volvió a responder con mano de hierro, dejando más de 120 fallecidos, miles de heridos y decenas de presos políticos.

La represión manchó de sangre las calles. Foto: AP/Fernando Llano

El golpe final lo propinó Maduro el 20 de mayo de 2018, declarándose ganador de unos comicios presidenciales que fueron boicoteados por la oposición y que han sido calificados de fraudulentos por Estados Unidos, las potencias europeas y la mayoría de la Organización de Estados Americanos (OEA). Pasando por encima de estos cuestionamientos, el gobernante sigue en el poder con el respaldo de una Fuerza Armada que se proclama “chavista” y “socialista”.

“Lo característico de los seis años de Maduro es la instauración definitiva de un sistema político dictatorial”, asevera Salamanca, quien ha acuñado el concepto de “dictadura evolutiva” para describir este fenómeno. “Es evolutiva porque se ha construido durante 20 años, no es como la dictadura que llega por golpe militar de la noche a la mañana, y aparece cuando la camarilla chavista está a punto de perder el poder democráticamente. Es una dictadura por socavamiento de la democracia y no por derrocamiento”, explica el politólogo.

En picada 

La hiperinflación en Venezuela entre enero y noviembre de este año llegó a 5.515,6%, según cálculos del Parlamento. Aunque parezca increíble este número podría considerarse “positivo” si se recuerda que el índice de precios al consumidor en todo 2018 se disparó hasta alcanzar la cifra récord de 1.698.844,2 %, de acuerdo con los cálculos del Poder Legislativo.

El tipo de cambio oficial amaneció el viernes 20 de diciembre en 47.167, 49 bolívares por dólar. “Por décadas y hasta el 18 de febrero de 1983, el dólar estuvo a 4,30 bolívares. Hoy pasó de 43.000. En el ínterin le quitaron 8 ceros a la moneda (las reconversiones de Chávez en 2008 y de Maduro en 2018). En total son 12 ceros. Es decir, que hoy se cumple el hito de haber aumentado el precio del dólar un millón de millones de veces”, escribió el 4 de diciembre en su cuenta Twitter el economista Ricardo Hausmann, profesor de la Universidad de Harvard.

La patronal Fedecámaras informó en julio que desde 1998 el sector privado de la economía se ha reducido en 60%. “En Venezuela en 1998 había 620.000 empresas, hoy apenas quedan abiertas unas 250.000”, comentó el presidente del gremio, Ricardo Cusanno. Peor ha sido el desplome de la producción petrolera, único motor de la economía venezolana, que en este mismo periodo cayó de 3,4 millones de barriles a unos 630 mil barriles por día, cortando drásticamente el flujo de caja del Estado.

La empresa privada se hundió al grito de "¡exprópiese!" Foto: La Verdad


Los constantes apagones - en marzo de este año prácticamente todo el territorio nacional se quedó a oscuras por seis días-, el racionamiento eléctrico y la escasez de combustible en el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo, han paralizado el aparato productivo. 

El salario mínimo mensual equivale a 6 dólares, mientras el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores estima que el costo de la canasta básica de alimentos que requiere una familia se ubica en 142 dólares al mes. “Esta última década ha sido una montaña rusa cuyo pico estuvo en 2013, pero a partir de ese momento comienza una caída propia de un país en guerra que provocó la pérdida de 2/3 del Producto Interno Bruto (PIB), con un ambiente de hiperinflación desde 2017 que complica aún más la situación para los venezolanos”, sostiene Henkel García, director de la firma Econométrica.

Con hambre

El sociólogo Luis Pedro España, experto en el estudio de la pobreza en Venezuela, opina que esta década está atravesada por una palabra: “desigualdad”. “Para poder sobrevivir, el gobierno de Maduro pasó de su socialismo del siglo XXI al capitalismo salvaje más primitivo, desmontando todas las políticas sociales y arrojando como saldo la profundización de la desigualdad”, describe el investigador de la Universidad Católica Andrés Bello.

Un informe redactado por los sociólogos España y María Gabriela Ponce precisa que “para 2014 el 10% de los hogares más pobres captaba el 2,1% del ingreso total, mientras que el decil más rico concentraba el 30%”. Tres años más tarde, apuntan los expertos, “el decil más pobre reduce su participación a menos de la mitad captando solo el 0,7% del ingreso total, mientras que el decil más rico duplica su participación al concentrar el 61% del ingreso de todos los hogares”.

La pobreza azota al pueblo venezolano. Foto: AP/Rodrigo Abd


“Los resultados para Venezuela del año 2017, con un Coeficiente Gini de 0,681, nos ubica sin duda alguna como el más desigual de la región, por encima de Haití , en el continente reconocido como uno de los más desiguales del mundo”, sentencian España y Ponce.

Nueve de cada diez familias no cuentan con los ingresos suficientes para comprar alimentos, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) realizada por las universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar. El análisis determinó que entre 2015 y 2018 pasó de 41% a 51% la cantidad de familias venezolanas hundidas en la pobreza multidimensional, que mide estado de la vivienda, funcionamiento de los servicios básicos y acceso a educación, empleo y protección social. Si solo se valora la variable ingresos, hasta 2017 la pobreza golpeaba a 87% de los hogares venezolanos.

“Venezuela perdió 3,5 años en la esperanza de vida al nacer, algo asociado a las condiciones de desarrollo y bienestar de la población. Solamente los países de la Federación Rusa durante la crisis de disolución de la Unión Soviética o Camboya luego de la guerra tuvieron una situación similar, lo que indica cuan grave es la situación”, expresó la demógrafa Antiza Freitez, coordinadora de la Encovi, en declaraciones reseñadas por la cadena CNN en Español.

La violencia criminal también se ha ensañado contra la población. El Estudio Mundial Sobre el Homicidio divulgado por Naciones Unidas en julio pasado concluyó que Venezuela fue el país de Sudamérica que registró más muertes violentas en 2017, con una tasa de 57 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes. En el caso de Caracas, la tasa remonta a 122 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes. 

¿Fin de ciclo?

Venezuela cierra esta década con dos “presidentes”. Maduro continúa despachando en el palacio de Miraflores, desde donde maneja los hilos del Estado con el respaldo de la Fuerza Armada y una alianza internacional encabezada por Cuba, Rusia, Irán, China y Turquía. 

En la otra esquina se encuentra el jefe del Parlamento opositor, Juan Guaidó, que el 23 de enero se juramentó mandatario encargado de la República y ha contado con el reconocimiento de Estados Unidos, las potencias europeas y la mayoría de los miembros de la OEA, que acusan al líder chavista de haber cometido fraude en las elecciones del 20 de mayo de 2018.

Juan Guaidó, jefe del Parlamento, Presidente interino y (pen)última esperanza

Washington, la Unión Europea y los gobiernos latinoamericanos que conforman el Grupo de Lima han venido aplicando sanciones para tratar de asfixiar al oficialismo, pero hasta la fecha no han tenido éxito. El castigo más duro ha sido impuesto por la Casa Blanca, a través de restricciones a la estatal Petróleos de Venezuela y la congelación de activos de la nación en el exterior, lo que ha llevado a Maduro a denunciar un “bloqueo económico” y culpar al “imperialismo” de todos los males que afligen a los venezolanos.

Ya termina esta década. ¿Con ella hallará fin el conflicto venezolano? “Hay tres caminos abiertos, no uno solo. El camino de la consolidación de la dictadura ejecutiva, el camino de la transición hacia la democracia, y un tercer camino que puede ser de ‘estira y encoge’, es decir, el estancamiento político dentro de la crisis social y económica”, responde el politólogo Salamanca.

Al historiador Pino Iturrieta le cuesta ser optimista. “De una trama homogénea en términos de civilidad se ha pasado a una duplicidad en el manejo de los poderes públicos que no permite vislumbrar una solución inmediata, y que auspicia el crecimiento del despoblamiento generalizado de una sociedad que se ufanaba de su pertenencia al ‘paraíso’ para terminar en el sendero de una dolorosa peregrinación”.

Nota publicada en Yahoo Noticias el 30 de diciembre de 2019