Rosales y Borges, en la imagen que levantó una polvareda en redes sociales |
La
negociación avanza. Las delegaciones de gobierno y oposición reunidas en Santo
Domingo entre miércoles y jueves acordaron “la definición de una agenda de los
grandes problemas de Venezuela”, así como “una comisión de países amigos que
fungirán como una comisión de seguimiento, que está integrada por México,
Chile, Bolivia y Nicaragua”, según anunciaron el anfitrión y presidente de República
Dominicana, Danilo Medina, y el expresidente de España, José Luis Rodríguez
Zapatero.
Otro
detalle relevante: la próxima cita ya tiene fecha, será el miércoles 27 de
septiembre. “La reunión de ayer (miércoles) fue buena y la de hoy (jueves) fue
mejor”, celebró Medina. “Creo que esta ha sido la oportunidad en que de manera
más firme y de manera clara nos hemos acercado a un acuerdo”, manifestó el
alcalde Jorge Rodríguez a nombre del régimen chavista. “La postura presentada
en este acercamiento reafirmó nuestro compromiso de construir mecanismos para
una solución política a la crisis”, señaló la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD) a través de un comunicado.
Los
progresos obtenidos en estas jornadas contrastan con el fracaso sufrido hace
apenas ocho semanas, cuando las partes –con la mediación de Zapatero- procuraron
un entendimiento que evitara el estallido de esa bomba conocida como Asamblea
Constituyente.
Sin nada
La
tarde del jueves 27 de julio, dirigentes de la Unidad y el expresidente
Zapatero seguían con atención el discurso de cierre de campaña del presidente
Nicolás Maduro en la avenida Bolívar de Caracas. Esperaban un gesto, una
palabra que oxigenara la negociación que habían adelantado en las horas previas
a la elección de la Constituyente. Sin embargo, lejos de extender su mano
abierta, el Jefe de Estado asestó un puñetazo.
“El
diálogo no tenía vida. Lo más conmovedor de todo es que aquel jueves en la
tarde algunos compañeros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) seguían
empeñados en afirmar que en el mitin de la avenida Bolívar, Maduro iba a
suspender la Constituyente. Y luego comían casquillo con lo de dialogar en las
48 horas antes de la elección”, ironizaba un jerarca de la alianza.
El
chavismo, con Jorge Rodríguez a la cabeza, había descartado suspender la
elección de la Constituyente por el “alto costo político” que acarrearía esa
decisión entre sus bases. Pero sí estaba en consideración la posibilidad de
ponerle “límites” a esa Constituyente para que respetara a los poderes
constituidos (Parlamento y Fiscalía), el establecimiento de un grupo de amigos
con la intervención de, al menos, cuatro gobiernos extranjeros, y la eventual
publicación de un cronograma electoral.
El
líder de la revolución mandó todo al demonio. Ratificó el carácter
plenipotenciario de la Constituyente e invitó cordialmente a dialogar a sus
adversarios tras ponerles una pistola en el pecho. “Yo le propongo a la
oposición que abandone el camino insurreccional, que vuelva a la Constitución e
instalemos en las próximas horas, antes de la elección e instalación de la
Constituyente, una mesa de diálogo (…) si no fuera así, yo le entregaría a la
Constituyente todo el poder de convocar, de manera obligatoria, un diálogo
nacional de paz, con una ley constitucional, de obligación entre las partes”,
espetó el dignatario.
Antes
de desembocar en una nueva decepción, las partes exploraron vías de
entendimiento. El chavismo habría solicitado a la Unidad ayudar a “frenar” las
sanciones de Estados Unidos y la comunidad internacional, a cambio de abortar
la Constituyente. Revisaron los temas acostumbrados: liberación de presos
políticos, “comisión de la verdad”, respeto a la Asamblea Nacional y cronograma
electoral. Incluso, surgieron fechas para las presidenciales de 2018: la MUD
apostaba por el 8 de julio, mientras el oficialismo prefería el 8 de octubre.
El
Ejecutivo habría asomado un pacto de no agresión entre el Poder Legislativo y
el Tribunal Supremo de Justicia, para que ambos se reconocieran y facilitaran
la aprobación de medidas económicas como créditos y endeudamiento. Y, para
remate, quería que la Cámara lo ayudara a guillotinar legalmente a la fiscal
general, Luis Ortega Díaz, cosa que fue rechazada de plano por la oposición.
El
esfuerzo devino frustración. Hasta el solidario Zapatero dejó colar su malestar
en un comunicado que irritó a Maduro. La Constituyente se instaló y cambió –
para peor- las reglas del juego. Sin embargo, la realidad se impone y acerca
nuevamente a los adversarios. La presión de la comunidad internacional, la
agudización de la crisis económica y la profundización del choque político,
llevan a ese náufrago llamado diálogo a buscar su salvación en una isla del
Caribe.
¿Y ahora?
La
historia continúa en República Dominicana. Por el chavismo, Roy Chaderton y
Jorge y Delcy Rodríguez. Por la oposición, Julio Borges y Eudoro González
(Primero Justicia), Timoteo Zambrano y Manuel Rosales (Un Nuevo Tiempo), Luis
Florido y Gustavo Velásquez (Voluntad Popular) y el ex rector del Consejo
Nacional Electoral, Vicente Díaz, especie de “secretario político” del G4 (PJ,
UNT, VP y Acción Democrática).
¿Y
los adecos? Ausentes. La razón oficial es que su delegado, Luis Aquiles Moreno,
también los representa ante la comisión de primarias de la MUD, en el ojo del
huracán por los resultados en los estados Aragua y Amazonas. “Luis Aquiles
tiene cosas más importantes que hacer aquí antes que ir a hablar pistoladas con
el presidente de República Dominicana”, espetó el secretario general de AD,
Henry Ramos Allup, este miércoles en la celebración del 76 aniversario de su
partido.
Como
en casi todo, cada miembro de la Unidad tiene su propia visión sobre el
diálogo. Voluntad Popular ha ido modificando su posición, desde mantenerse al
margen de los contactos hasta participar activamente. Al sacarlo de la cárcel y
enviarlo a su casa, donde cumple arresto domiciliario, el gobierno convirtió a
Leopoldo López en un actor fundamental de este proceso en las últimas semanas.
El
gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, siempre destaca la
importancia del diálogo; no obstante, él mismo se encargó de bloquear el
acuerdo que se intentó antes de las elecciones de la Constituyente. Capriles
Radonski se negaba en redondo a aceptar un pacto que pasara por reconocer la
Constituyente. “Una cosa es ceder y otra muy distinta entregarnos”, habría
advertido el dirigente de PJ.
Para
el chavismo, esa es la palabra clave: reconocimiento. Por eso insisten en la
creación de una “comisión paritaria” conformada por diputados y constituyentes,
donde se abordarían los temas más espinosos del conflicto nacional. “Maduro
quiere ‘la foto’ con la oposición para mostrársela al mundo y frenar las
sanciones internacionales, que lo reconozcamos como Presidente y dejemos que
cumpla la totalidad de su mandato”, indica un vocero de la MUD que respalda las
negociaciones.
La
Unidad ha expuesto reiteradamente sus exigencias. Con la comunidad
internacional a su favor, Borges sostiene que es el momento para recuperar las
competencias del Parlamento. Sin perder de vista los presos políticos y el
canal humanitario, tienen claro que la prioridad es ponerle fecha a las
presidenciales de 2018 para allanar el camino hacia el cambio.
“La
renovación equilibrada del CNE, el establecimiento de un cronograma electoral
con garantías de pulcritud, sin inhabilitados, fechas precisas, incluyendo la
elección presidencial, y una calificada observación internacional”, subraya el
comunicado de la MUD como el primero de los “puntos indispensables que deben
forma parte de cualquier negociación y eventual acuerdo”.
Ambas
delegaciones llegaron a República Dominicana en aprietos. La oposición tiene
encima el azote de la Constituyente. También está la censura de la opinión
pública. Antes de trasladarse a Santo Domingo, Borges habría discutido con
algunos de sus compañeros la conveniencia de asistir a ese encuentro, ante la
inminencia de las elecciones regionales del 15 de octubre.
El
gobierno, por su parte, carga con el repudio de Occidente y la destrucción de
la economía. Un diputado de la MUD asegura que el régimen chavista “sí está
dispuesto a negociar”, pero subraya la necesidad de ofrecerle garantías. “El
TSJ es el seguro de vida del oficialismo, por eso no lo tocamos ahora”,
explica. Para las expectativas del diálogo, lo bueno es lo malo que esto se
está poniendo.
Nota publicada en El Estímulo
Nota publicada en El Estímulo